viernes, 29 de marzo de 2013

Desafío y guerra V- la convocatoria.








No puedes quedarte, no, no puedes quedarte

No eres un perdedor, aún hay tiempo de tomar aquel tren

Y debes estar en tu camino esta noche
Piensa nuevamente el derecho, tu eres un hombre en la lluvia

 ( Man in the rain por Mike Oldfield)



 Era tiempo de reunir a todos, era tiempo de comenzar.
En aquel momento recordé, a la mujer del hospital, no era una mujer exactamente era una criatura, bella y lánguida.
¿Sabría quien era realmente?
No me interesaba lo mas mínimo, era hora de comenzar a moverse.
Ellos se habían reorganizado, habían comenzado a moverse, aun faltaban dos de nosotros.
Aun nos faltaban dos guerreros de la luz.
Las formas de muerte, siempre serian las mismas ella lo sabía.
A esta mujer le quedaba la muerte de la cabeza, si conseguía encontrarla la mataría cortándole la cabeza y enterrando su cuerpo para que no pudiera volver a levantarse.
Una muerte realmente espeluznante.
Mi dragón se levanto, me miraba con los ojos ávidos de respuestas, es hora de hacer una visita a alguien que ha perdido demasiado tiempo buscando respuestas mientras hacía preguntas incorrectas.
Me mire las manos, hacia tanto frio en el que una vez fue el reino de la selva.
Tengo poco tiempo, este cuerpo humano no se mueve como yo quisiera, poco a poco va haciéndose mas yo, menos humano.
Estaba donde era previsible, entre carroñeros y husmeadores, asqueroso.
Me moví con facilidad, se giraron al verme, me di cuenta enseguida que el suelo que pisaba era un montón de desechos humanos, pútridos, ensangrentados, a quien alimentaba a los no muertos.
Entre todos ellos unos ojos me observaban ávidos, pero no de sangre, de respuestas.
La tendí la mano, si era aquella que yo imaginaba no tendría problema en salir de allí, ella era una guerrera no un decrepito ser sin alma.
Se lanzo junto a mí como una pantera, negra cuan noche, la observe, sonreí.
Justo cuando los seres comenzaban a moverse a nuestro alrededor, la susurre en el oído:


-Ven a buscarme, estoy en lo más alto de una pirámide, en la selva estarás a salvo y has de aprender a ser un guerrero de la luz.
Pero no te mentiré tu destino puede ser que una guerrera como nunca conozcas te decapite.
¡Ven!
No uso mi espada cuando tengo que matar cucarachas, mis pies y mis manos me sirven.
Sus ojos me preguntaban, tantas cosas, puse mi mano en su boca y dije.
-         Es fácil, solo has de saltar hacia el aire, te espero en la selva, que la oscuridad sea tu amparo, he de ir a buscar a una guerrera que me espera hace siglos, nos vemos en el verde de la selva.
Me aleje, dejándola con una bella sonrisa en aquella cara de porcelana blanca.
Tenía tanto que hacer, tanto que hacer.
La humedad, me hizo estremecer, este cuerpo, no me gustaba pero era mi opción.
Llegue a un lugar que se me hacia tan familiar, un largo y bello cabello paseaba entre estatuas de terracota.


-KUAN YIN, te necesito ya, no puedo esperar más, nos han encontrado, se que aún faltan dos de los guerreros de la luz, pero el tiempo se arremolina en nuestra contra.
Ella me miro fija en implacablemente, sus ojos  eran de una sinceridad que pocos son capaces de soportar, es el poder de la verdad contra la impía mentira.
-         Despierta a tu ejercito señora, te espero en lo verde de una selva- la di mi mano, en ella una púa de dragón, con ella los cuatro dragones acudirán a ella para ayudarla- no te mentiré guerrera, te matara con noventa puñadas en tu corazón para que no haya posibilidad de resurrección en el.
Me gire, he de buscar a un guerrero que me busca desde hace días, he de irme, nos vemos en la humedad de la selva, guerrera.
Me lance hacia arriba, hasta que Salí de su visión, buscar el tártaro, un mundo paralelo de realidad, un lugar, un guerrero que se retiro, pero que fue uno de los grandes maestros.
Entre por un pequeño punto de luz en una iglesia, ese era el lugar, cuando llegue el olor a muerte me revolvió el estomago, el plomizo aire de la muerte, el siempre fue un muerto con mucha vida.
A lo lejos unos cascos me demostraron que era el que me buscaba, le mire con los ojos muy abiertos.


Espere, tardo un tiempo en llegar aunque en este mundo, el sonido, el tiempo no es como en el de los humanos.
-         Me has hecho esperar, esto no se le hace a una dama- dije bajando de mi fiel dragón, el sonreía aunque esto en su cara áspera y gris como la de un pergamino viejo, sea algo extraño, algo como un trozo de mascara seca y pútrida, no es agradable.
Bajo de su caballo y me miro con esos ojos de hielo y fuego, sus manos, se extendieron en un gesto del desierto un saludo milenario.
Mi mano se extendió y solo dije una cosa, has de llegar al mundo que no te gusta de los humanos, general han salido del infierno y ya no hay vuelta atrás, ella es quien los ha levantado, sabéis que si os consigue matar os clavara una estaca en el corazón.
Asintió, asintió.
En la selva, me encontrareis, allí estaré.
No tardéis.
Una llave, general os daré la llave de la puerta a la venganza, por haber matado a vuestro hermano.
Me fui, había de encontrar al más fiel entre los fieles guerreros de la luz, cuando llegue no me resulto conocido aquel que una vez fue tierra santa, un bello lugar.


Me moví entre rezos, entre oracione
s, entre gentes que iban en procesiones.
Un hombre miraba hacia mí, era el más leal de los guerreros de la luz.
Fue fácil caer sobre mis talones, fue fácil llegar entre las procesiones hasta el.
-         Hola, has de venir a la selva ellos quieren le grial y si lo encuentran morirá la humanidad.- le observe, hacia poco que estaba preparándose, si lo sé, era muy larga la lucha y no había descanso suficiente- si te encuentra te troceara en tantos trozos que no podrás ser tu y morirás en agonía suprema, pero hemos de luchar juntos de nuevo- le tendí un medallón- ya sabes cómo llegar a la gran pirámide en medio de la selva, allí hemos de juntarnos, hay un demonio que lleva tu nombre en su espada y te espera, no tardes.
Me aleje, hacia lo más profundo de las calles, hasta llegar al muro de las lamentaciones, allí ahora no había nadie, era un silencio total y mi dragón solo hizo una pasada, desde el otro lado del muro los ojos de el fiel, me observaban.


-         Vámonos, aun me quedan cuatro horas de sueño y este cuerpo, necesita dormir.
Aun quedan dos, pero es hora de que despierten.
Me aleje hacia la pirámide, me aleje.

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