sábado, 20 de octubre de 2012

Desafio y guerra I


Los volviste a humillar
pronto amanecerá,
ya la fiesta termino
sois aves nocturnas.
Grupo (Angeles del Infierno)

Lentamente el sol fue desapareciendo en la línea del horizonte.
El sol había caído y los que por allí andaban se habían ido marchando lentamente, la noche se apoderaba de todo.
Cuando la luna estaba en lo más alto, baje de la pirámide despacio, a medida que lo hacia un mundo paralelo se abría.
Camine en silencio hacia la puerta que debía atravesar.
Un círculo de fuego por el que entrar en el reino de los muertos, necesitaba más poder y sobre todo, necesitaba buscar respuestas, buscar más ayuda.
Una vibración recorrió la tierra, debía darme prisa la cuenta atrás había comenzado.
El tiempo corría en nuestra contra.
Una mirada al pasado no valdría para nada, una mirada al futuro me hacia ser más fuerte que nunca, pues me hacia ser yo.
Me pare al pie de la pirámide, dos enormes cocodrilos estaban esperándome, era hora de irme, la vibración se hizo más grande.
Unos horripilantes sonidos rompieron el silencio de la noche, un hombre apareció con un sombrero y un látigo, tras él un ejercito de guerreros infernales le seguían, era hora de irme.
Los cocodrilos me miraron y yo a ellos, me acerque a una inscripción en la pirámide, era una enorme imagen de un lagarto, lo toque y me concentre.
Unos seres comenzaron a salir del suelo de la pirámide, los enormes cocodrilos se convirtieron en dos guerreros, me puse al frente del grupo y me concentre en el suelo.
Solo si estábamos preparados ganaríamos, así que sonreí, mientras mi adversario me miraba con cara de condescendencia.
-         No te esperaba ver tan pronto – dijo mostrando sus dientes afilados como cuchillos, con aquel sombrero y el látigo, las botas altas con el pantalón por dentro, solo podía ser Azazel- veo que vienes con tu pequeño ejército, bien te deseo una provechosa batalla, luego devorare tu alma- la risa me hizo notar como sonaba mi voz, después de tanto tiempo, eso no le gusto, sus ojos opacos como la noche se oscurecieron y su cara se volvió una mueca de desprecio.
Mire hacia el suelo y lo patee con fuerza, desde lo alto del cielo apareció mi dragón y Azazel me miro con desprecio, entonces dio orden de ataque, antes de que la diera yo ya estaba en lo alto de mi dragón y mis soldados estaban matando.
¡LA GUERRA HABIA COMENZADO!

domingo, 14 de octubre de 2012

KUAN YIN. CAPITULO IX









                               
                                                          KUAN YIN














Capitulo IX

Cómo si de un reloj de arena se tratase, el tiempo va pasando y no ayuda el quedarse quieto demasiado tiempo. Encontrar al ladrón y regresar con lo robado, principio y fin de la misión. Ahora ponerme a buscar a esas dos mujeres retrasaría mi principal objetivo.
Me dispuse entonces a ir en busca del corazón. Me levante y camine hasta una carretera. Allí seguí caminando por el arcén, para parar algún coche que fuese en la misma dirección. No tardo mucho en pasar un vehículo que me paro al hacele la señal. Me pregunto hasta donde iba y yo le conteste que hasta el primer hostal de carretera, para poder dormir un poco. El hombre del coche me abrió la puerta y yo acepte. Se trataba de un señor de unos sesenta años. A pesar de su edad, conservaba unos rasgos muy atractivos. Por la forma de hablar, no era la primera vez que llevaba a algún autoestopista. No paraba de hablar, mientras movía su mano de un lado a otro. En uno de sus movimientos, la apoyo en mi muslo en vez de la palanca de cambios. Fue tan sólo un momento, lo suficiente para que viera sus recuerdos. Era un hombre casado, con tres hijos. Quería a su mujer, aunque ya no la amaba. La había engañado con la amiga de su hija. Eso le hacía sentir más joven. Razón principal de recoger a autoestopistas. Alguna de esas chicas que montaron en su coche le devolvieron el favor de una forma especial. También me llego un final, a modo de noticia en un periódico.
Le dije señalando el cartel que a pocos metros se encontraba uno, no quería seguir mucho tiempo más en ese coche. El hombre fue agradable, se paro justo enfrente del hostal y espero a que bajara . Se despidió con un saludo y se marcho.
Yo necesitaba dormir un par de horas para saltar hasta el corazón. Entre en el hostal, dentro no había nadie atendiendo. Mire en el libro de inscripciones y hacía tiempo que nadie escribía. Lo cerré y cogí una de las llaves que había colgadas en un mostrador. Fui hasta la habitación y la abrí. La cama estaba hecha pero el sitio no parecía estar muy limpio. Entre y cerré la puerta. Dejé mis cosas encima de un sillón y me tumbe en la cama.