miércoles, 12 de diciembre de 2012

Frente a un altar




Cabalgue hacia la puesta de sol, no tenía tiempo, no tengo tiempo que perder.
En mi cabeza la voz de aquella mujer resonaba una y otra vez:
-¡No hay tiempo!
Bucéfalo se paró, frente a mí la entrada a una realidad diferente se abría, debía cruzar junto a mi fiel.
Lo hice, al llegar al otro lado, un hediondo callejón se extendía frente a mí, un hombre sin edad me miraba mientras bebía, tras de mí un enorme perro de ojos de sangre salió de lo que parecía un muro.
Aquel hombre volvió a beber de una botella dentro de un extraño envoltorio, mientras repetía:
-          Tengo que dejar de beber, veo a gente que sale de las paredes.
Yo me acerque y me acuclille frente a él, mientras mi buen Bucéfalo, olisqueaba el aire:
-          ¿en qué lugar estoy, en qué año?
El hombre miro el envoltorio que contenía la  botella y negó con la cabeza, mientras me repetía:
-          ¡Joder, si que estoy mal, esto sigue siendo Madrid y estamos en 2012, pero que mierda echan dentro de estas botellas, joder, joder!
Me compadecí de él, pues, no me reconocía, pero debía venir conmigo.
-          Soy real- le dije mientras acariciaba a Bucéfalo entre las orejas- soy aquel que temen, que odian, pero al que admiran, soy un dios y en consecuencia un demonio, pero aun tengo corazón, por eso voy a llevarte a lugar sagrado y quiero que te quedes allí, porque volveré a por ti, y tu serás parte de mi ejercito, pero te necesito sobrio Capitán, sobrio y vivo, así que no he llegado tan lejos para que no me reconozcas, Capitán- el mendigo comenzó a llorar, le di un golpe en la cabeza con el puño y lo lleve a una Iglesia cercana, le senté en un banco del interior y llame a alguien que había en un confesionario.

Un diamante Bucéfalo ya lo había olido y yo tenía a un Capitán humano, y una misión que llevar a cabo.

En aquella calle no había nadie, ponía Museo, mire a Bucéfalo, tenía que esperarme, así que entre rápidamente y busque, pronto lo encontré, allí estaba, entre cristales y con mis largas uñas rasgue el cristal y introduje la mano dentro cogí el diamante y un extraño sonido agudo se puso en marcha.

¡Porque los humanos se toman tantas molestias en guardar cosas que no saben lo que son!

Fui a un edificio con una torre alta y en lo alto una cruz, con Bucéfalo y el diamante, el hombre con alza cuellos y vestido de negro, preguntaba al Capitán  sin parar, cuando me acerque a ellos y dije:
-          Capitán, vamos no podemos esperar más- los ojos del sacerdote estaban tan abiertos que parecían salirse de sus orbitas, le golpee también en la cabeza y luego hice lo mismo con mi Capitán.
Me dirigí a lo que parecía un altar, un hombre crucificado, eso me sonaba, atravesé la cruz junto con Bucéfalo y el hombre a mis espaldas, mientras lo hacía, a mis espaldas alguien gritaba y pronto volví a ver el cielo gris sobre mi cabeza.

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