Lentamente el sol fue desapareciendo en la línea del horizonte.
El sol había caído y los que por allí andaban se habían ido marchando lentamente, la noche se apoderaba de todo.
Cuando la luna estaba en lo más alto, baje de la pirámide despacio, a medida que lo hacia un mundo paralelo se abría.
Camine en silencio hacia la puerta que debía atravesar.
Un círculo de fuego por el que entrar en el reino de los muertos, necesitaba más poder y sobre todo, necesitaba buscar respuestas, buscar más ayuda.
Una vibración recorrió la tierra, debía darme prisa la cuenta atrás había comenzado.
El tiempo corría en nuestra contra.
Una mirada al pasado no valdría para nada, una mirada al futuro me hacia ser más fuerte que nunca, pues me hacia ser yo.
Me pare al pie de la pirámide, dos enormes cocodrilos estaban esperándome, era hora de irme, la vibración se hizo más grande.
Unos horripilantes sonidos rompieron el silencio de la noche, un hombre apareció con un sombrero y un látigo, tras él un ejercito de guerreros infernales le seguían, era hora de irme.
Los cocodrilos me miraron y yo a ellos, me acerque a una inscripción en la pirámide, era una enorme imagen de un lagarto, lo toque y me concentre.
Unos seres comenzaron a salir del suelo de la pirámide, los enormes cocodrilos se convirtieron en dos guerreros, me puse al frente del grupo y me concentre en el suelo.
Solo si estábamos preparados ganaríamos, así que sonreí, mientras mi adversario me miraba con cara de condescendencia.
- No te esperaba ver tan pronto – dijo mostrando sus dientes afilados como cuchillos, con aquel sombrero y el látigo, las botas altas con el pantalón por dentro, solo podía ser Azazel- veo que vienes con tu pequeño ejército, bien te deseo una provechosa batalla, luego devorare tu alma- la risa me hizo notar como sonaba mi voz, después de tanto tiempo, eso no le gusto, sus ojos opacos como la noche se oscurecieron y su cara se volvió una mueca de desprecio.
Mire hacia el suelo y lo patee con fuerza, desde lo alto del cielo apareció mi dragón y Azazel me miro con desprecio, entonces dio orden de ataque, antes de que la diera yo ya estaba en lo alto de mi dragón y mis soldados estaban matando.
¡LA GUERRA HABIA COMENZADO!